Extractivismos



Texto de Ariadna Ramonetti Liceaga


En tiempos recientes la noción de extractivismo ha cobrado una significación relevante a nivel planetario dados los violentos procesos de despojo y desterritorialización que pueblos y comunidades enteras han sufrido gracias a la expansión del capitalismo global y los emprendimientos a gran escala de las industrias mineras, agrícolas, forestales y de hidrocarburos que extraen y transforman bienes naturales comunes para exportarlos como materias primas y comercializarlos en el mercado mundial, alterando drásticamente a la ecología, el paisaje y el medio ambiente.

El arrebato de la propiedad comunal de la tierra se remonta al origen de la acumulación capitalista mediante las primeras economías de enclave en las plantaciones coloniales que articularon también violencias simbólicas, estructurales, gestos y discursos jurídicos para instituír un orden de subordinación basado en el trabajo esclavo de poblaciones indígenas y afrodescendientes, víctimas directas de la acumulación originaria que permitió a Europa desarrollarse gracias al excedente colonial extraído de las entrañas del Sur Global.

El impacto que históricamente han producido las economías de enclave para la instauración de monocultivos regionales y los procesos de tecnificación de la agronomía y la minería a gran escala en los siglos XX y XXI, darán continuidad a las relaciones de dominación instituidas desde la condición colonial que, aunadas a las políticas corporativistas y neoliberales actuales -respaldadas por Máquinas de guerra en Estado de excepción permanente-, provocarán conflictos sociales al interior de diversas comunidades, disputas territoriales por el derecho al agua, imposición de obras de infraestructura estatal para la ocupación masiva de territorios, especulación inmobiliaria y financiera, desplazamientos humanos, militarizaciones  y desapariciones forzadas de ambientalistas y defensores de los derechos de la naturaleza;  a tiempo que se irán fraguando resistencias campesinas, indígenas y negras al modelo extractivo exportador por la violenta apropiación de los bienes naturales no renovables que estas industrias multinacionales provocan en los lugares en donde se sitúan, especialmente en América y África.

Siguiendo a Eduardo Gudynas, este menciona que “en los extractivismos actuales conviven distintos tipos de actividades de acuerdo a condiciones tales como el uso de tecnologías, los volumenes de recursos removidos […] o los niveles de mecanización, etc. Por ejemplo, existen diferencias sustanciales entre pequeñas actividades mineras y los grandes tajos propios de la megaminería, así como son muy distintas las prácticas agrícolas tradicionales frente a los monocultivos mecanizados. Esas diferencias también responden a condiciones históricas, donde unos modos de apropiación suplantaron a otros.” (Gudynas, 2015; 22). En el caso de México, los cambios en las leyes principalmente agrarias, mineras y de hidrocarburos desde los años noventa, la participación del crimen organizado en actividades extractivas y la instauración de políticas neoliberales han permitido que; tanto las corporaciones transnacionales como los gobiernos en un cínico ejercicio de imposición y necropolítica, desplacen y despojen a las comunidades de sus lugares de origen, fracturando el tejido social y la vida cotidiana de pueblos enteros, desatando así una guerra encubierta por parte de empresas dedicadas fundamentalmente a la extracción de bienes naturales pero también de otros proyectos de infraestructura estatal contra pueblos y comunidades enteras en prácticamente todo el territorio nacional.

Como han advertido José Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati, “el avance del extractivismo neoliberal carcome los mecanismos democráticos y promueve la privatización de la autoridad política […] el uso de la violencia, el fraude, la corrupción y el autoritarismo.” Porque “[…] El significado de extraer no refiere sólo al proceso técnico […] sino que remite también al proceso social de apropiación privada por parte de grandes corporaciones empresariales de bienes naturales que eran de propiedad común o privada, sea individual o pequeña [y] servían a la reproducción social de la vida local o constituían parte del hábitat territorial.” (Seoane, 2012; 28).

Si revisamos la noción de extractivismo desde otras perspectivas, encontraremos también que las economías naranjas, algunos emprendimientos creativos, los discursos multiculturales sobre la alteridad y cierto tipo de investigación científica emanada del Norte Global, incurren en prácticas de extractivismo epistémico que cosifican y destruyen saberes ancestrales para establecer una matriz neocolonial de poder en favor de la reproducción ampliada del capital transnacional, similares a como lo llevan a cabo las grandes corporaciones dedicadas a la extracción de bienes comunes.

Al respecto, Ramón Grosfoguel basado en las intelectuales y activistas indígenas Leanne Simpson y Silvia Rivera Cusicanqui revela que “En la «mentalidad extractivista» todo objeto, tecnología o idea producida por las culturas indígenas que les sea útil es extraída y asimilada a la cultura de los colonizadores sin tomar en cuenta a los pueblos que produjeron dichos conocimientos. El saqueo se hace excluyendo de los circuitos de capital simbólico y económico a los pueblos productores de esos «objetos», tecnologías o conocimientos. […]. Además de ser pueblos expoliados de sus recursos y destruidos en su medio ambiente por el «extractivismo económico», son igualmente expoliados de sus conocimientos y tecnologías por el «extractivismo epistémico».” (Grosfoguel, 2016; 133)

Si el extractivismo epistémico se apropia de las ideas de pueblos y comunidades para despojarlas de toda radicalidad política y después subsumirlas en los parámetros de la cultura occidental como reflexiona Grosfoguel, ¿Cómo podemos entonces descolonizar los imaginarios culturales y las formas de representación contemporáneas para no incurrir en las mismas prácticas depredadoras que ha instituido el extractivismo económico en Nuestra América?.





Fuentes citadas:

Gudynas, Eduardo (2015). Extractivismos. Ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la Naturaleza. Cochabamba; CEDIB.

Grosfoguel, Ramón (2016). Del «Extractivismo económico» al «Extractivismo epistémico» y al «Extractivismo ontológico»: una forma destructiva de conocer, ser y estar en el mundo. Tabula Rasa. Bogotá, No. 24:123-143, enero-junio.

Seoane J., Taddei, E. y Algranati, C. (2013). Extractivismo, despojo y crisis climática. Buenos Aires: Ediciones Herramienta, Ed. El Colectivo y GEAL.



 

Collage realizado por Antonio Chilaquil.




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